viernes, diciembre 16, 2005

Las dos muertes (I)


"...Mujer muy hermosa alrededor de los 30 años...”. Esta es la descripción que hacen sobre la muerte las desesperadas autoridades de un país sin nombre, donde a partir del 1ero. de enero de algun año, nadie mas murió. Los poderes eclesiástico, económico y político deben enfrentar una situación inimaginable, nadie muere, ni siquiera aquellos quienes por la embriaguez propia de las celebraciones de año nuevo, sufrieron los mas atroces accidentes de tránsito.



Al haber vida eterna, no hay resurrección, sin resurrección, Dios no existe y la ausencia de Dios, implica el fin de la iglesia. Esto es lo que mas preocupa a su eminencia el Cardenal.

Al no haber muertos, no hay funerales, baja la demanda de maderas para urnas y no se negocian parcelas en el cementerio, no tienen sentido los seguros de vida y tanto en los geriátricos como en las salas de emergencia de los hospitales, la lista de pacientes nunca disminuye. La economía de lo fatal pierde su equilibrio.

El primer ministro sencillamente no tiene idea alguna de como lidiar con un problema "sui generis" que sabe resulta una bomba de tiempo en esta sociedad.

Este es mas o menos el panorama que plantea José Saramago en su interesante última novela “Las Intermitencias de la Muerte”. A partir de esta situación ficticia , quien lea estará obligado a un acercamiento con aquello que resulta seguro e ineludible para todos nosotros y sobre lo cual nos resulta culturalmente incomodo conversar.

La descripción referida al comienzo, es usada por las autoridades del país con la idea de armar una especie de retrato hablado que facilite la ubicación de la muerte, para que explique el por que de lo ocurrido y para que haga el gran favor de volver a matar. Si esa descripción “..Mujer muy hermosa alrededor de los 30 años..” fuera cierta, diria que conozco a mas de una muerte, eso si, unas mas voluptuosas que otras, pero que sin pensarlo mucho, mas de uno de mis amigos y yo mismo aceptariamos su encuentro ayudandola a conseguir su único objetivo, matarnos.

Para hacer honor al titulo de este post, falta hablar de otra muerte, pero eso es tema del proximo.
Las dos muertes (II)